domingo, 5 de diciembre de 2010

ESCRITURA EN EDUCACIÓN PRE-ESCOLAR

LOS PROCESOS INICIALES DE LA LECTO ESCRITURA EN EDUCACIÓN INICIAL
Con este artículo, se aportan elementos para cuestionar las prácticas de aprestamiento que se llevan a cabo en los centros de educación inicial dirigidas a promover el desarrollo de destrezas y habilidades que les permitan a las niñas y a los niños enfrentar con éxito las distintas tareas que demanda el aprendizaje de la lectura y la escritura en el primer nivel de la Educación General Básica. Dichas prácticas responden a enfoques empiristas y conductistas del aprendizaje, los cuales, postulan que la persona aprende por simple repetición, dejando de lado que el sujeto construye el conocimiento a partir de la interacción con el medio sociocultural, las personas, los objetos, la creación de hipótesis y los intentos por comprender el mundo que lo rodea.
en los centros de educación inicial, y que, en muchos casos, representan actividades sin sentido, en las que se supone que el sujeto aprende repitiendo, de forma pasiva y mecánica.
El análisis de los procesos iniciales de lecto-escritura, propósito de este trabajo, parte de una aproximación teórica de la función de la educación inicial y del proceso que se ha seguido en torno a este tema en nuestro país. Posteriormente, se estudia la apropiación de la lengua escrita por parte de la niña y el niño, concebida como un proceso constructivo, interactivo, de producción cultural, que lleva a la reflexión y a la acción del sujeto; como una propuesta pedagógica que contribuya a la transformación, en este nivel, del sistema educativo nacional.
Función de la educación inicial
La educación inicial es el primer nivel educativo al que ingresan los niños y niñas menores de seis años. De acuerdo con los "Fines de la Educación Preescolar", que se establecen en la Ley Fundamental de Educación de 1957, éstos se dirigen a promover el desarrollo integral de la niñez durante los primeros seis años de vida. Por esta razón, el nivel tiene identidad propia, es decir, no representa únicamente una etapa de preparación para el ingreso a la escuela, por lo que se hablará de educación inicial y no de educación preescolar.
La educación del menor de seis años tiene características diferentes en relación con los otros niveles del sistema educativo, ya que atiende a una población que se encuentra en una etapa esencial para el desarrollo de la persona; al respecto, Rivera afirma:
Diversas investigaciones permiten enfatizar que el desarrollo de la inteligencia, la personalidad y el comportamiento social en los seres humanos ocurre más rápido durante los primeros años. La mayoría de las células cerebrales y las conexiones neuronales se desarrollan durante los dos primeros años y en el desenvolvimiento del cerebro -esencial para aumentar el potencial de aprendizaje - interviene no solo la salud y nutrición de los pequeños, sino factores como el tipo de interacción social y el ambiente que los rodea; los niños que sufren tensión extrema en sus primeros años
Ante la evidencia científica, es necesario fortalecer la educación del menor de seis años y de sus familias, tanto en el ámbito formal como informal, con el propósito de favorecer el desarrollo humano y la equidad social. Para tal efecto, es urgente la creación de centros infantiles de calidad en todos los estratos sociales.
El nivel de educación inicial cumple funciones económicas, sociopolíticas y pedagógicas; sin embargo, en repetidas ocasiones, se le ha dado prioridad a las dos primeras en detrimento de la función pedagógica (Denies, 1989).
Las funciones sociopolítica y económica están relacionadas, con la incorporación de la mujer al mercado laboral y con el interjuego de oferta y demanda de mano de obra2; por esta razón, en un primer momento, los centros infantiles surgieron únicamente como guarderías, lugares donde se cuidaba a los infantes mientras sus madres trabajaban; posteriormente, gracias a las investigaciones científicas y al desarrollo de la psicología y la pedagogía, se toma conciencia de su valor educativo (Denies,1989).
En nuestro país, en 1997, se modifica el artículo 78 de la Constitución Política y se declara la obligatoriedad y la universalización de la educación preescolar. No obstante, aunque se han realizado esfuerzos en este sentido, existen programas para niños y niñas menores de seis años de carácter asistencial y de baja calidad, sobre todo en los estratos inferiores de la escala social. Estos programas dan énfasis a la función económica y sociopolítica del nivel, en detrimento de la función pedagógica. Al respecto, Clarke-Stewart (1987, citado por León, 1992), demuestran en sus investigaciones, que una educación de baja calidad tiene consecuencias negativas en el desarrollo de los infantes. En este mismo sentido, Peralta argumenta:
Una mala educación inicial convencional o no convencional, puede lesionar seriamente a los niños y sus familias, tanto en sus posibilidades presentes como futuras, por lo que no se trata de desarrollarla de cualquier manera, sino salvaguardando niveles de calidad básicos para asegurar la inversión. Más adelante agrega: ... aumentos de cobertura en educación inicial sin estar unido a criterios de calidad esenciales, no se justifican, razón por la cual debe velarse porque esta última esté siempre presente" (1993, p. 1).
La función pedagógica es la más importante en el nivel inicial, pues se ocupa de optimizar el desarrollo integral del infante, ya que considera los aspecto socioafectivo, psicomotor, cognoscitivo y nutricional, tomando como punto de partida la familia, primer agente educativo del contexto sociocultural que rodea al niño. Denies (1989) indica que a esta función se le ha adjudicado, tradicionalmente, la tarea de preparar al párvulo para la escuela primaria, de ahí el nombre que se le ha dado a este nivel: educación preescolar. Desde esta perspectiva tradicional, muchas veces se trabaja intensamente el aprestamiento, sin tomar en cuenta que el sujeto construye el conocimiento a partir de la interacción con las personas, los objetos, la creación de hipótesis y su esfuerzo por comprender el mundo que lo rodea. Por otra parte, la función pedagógica del nivel inicial es más amplia.
La función pedagógica incluye, además, una dimensión socializadora que contribuye con la construcción del ser social del párvulo, una dimensión preventiva que se encarga de evitar los efectos negativos (deficiencias o carencias afectivas, intelectuales, motrices, orgánicas) que sufren los niños y las niñas como consecuencia de la marginación socioeconómica o de otras causas; y la función recuperatoria, encargada de detectar alteraciones funcionales u orgánicas que afecten el aprendizaje. Todo esto, con el fin de iniciar un proceso de intervención que ayude a superar problemas que puedan incidir negativamente en el desarrollo integral del infante (Denies, 1989, p. 5 y 6).
Desde esta perspectiva, es fundamental que el nivel de educación inicial cumpla con todas las funciones que se le han asignado, pues son numerosos los estudios que indican los beneficios de esta para la niñez y para la sociedad en general.
Myers afirma que: "Los descubrimientos científicos en una serie de áreas han demostrado que los programas orientados a los niños pequeños pueden acarrear grandes beneficios, no sólo en términos individuales e inmediatos sino también en términos sociales y económicos a lo largo de toda su vida en cuanto a sus habilidades para contribuir a la familia, la comunidad y la nación." (1995, p. 3).
Por su parte, en Estados Unidos, se realizó un estudio con niños y niñas de tres y cuatro años, todos provenientes de barrios de bajos ingresos. Estos párvulos fueron divididos en dos grupos al azar. El primero tuvo una educación preescolar de calidad y el otro no. Los subgrupos se evaluaron periódicamente hasta que los participantes cumplieron veintisiete años de edad. La investigación concluyó que las personas que asistieron a programas de educación inicial de calidad, disfrutaron de "un nivel de escolaridad significativamente superior; salarios significativamente más altos; mayor probabilidad de tener vivienda propia; y menor dependencia de los servicios sociales" (Schwenhard)

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