Escribir: “Durante mucho tiempo , me acosté temprano”. Cualquier diarista puede experimentar esas diferencia , al menos sabiendo que su vida “activa “se interrumpe en el momento en que comienza su sesión cotidiana de reseña y/ o examen de conciencia .El único modo en que ambas pueden llegar a confundirse por completo es el propiciado por el “monologo” interior in actu , del tipo Se está cortando los laureles ,en que el personaje a un tiempo actúa y describe su acción ; pero se sabe bien que ese tipo de de discurso , eminentemente ficcional , no se corresponde con ninguna conducta real , ni siquiera posible _ con excepción , acaso , de ese monólogo interior minimalista , por cuanto está depurado de cualquier acción física , e inclusive de cualquier (otro) cogito .Excepción o no ,eso es algo que no me parece que cogito significa menos “pienso” que “digo que pienso”; y aquel que dice acaso no sea exactamente aquel que piensa .
Esa innegable diferencia de instancias trae aparejada y justicia la distinción entre un universo _aquel donde está situado el yo _personaje _y otro en que se encuentra el yo _ narrador o, en el caso de los relatos autodiegéticos en segundo grado como, dentro del régimen de la ficción, el de (Ulises ante Polifemo) y el universo en que se encuentra el yo _ narrador (pero ya personaje)
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que “se cuenta (Ulises ante Alcínoo) ,etc. . De hecho , el universo evocado por un relato ,por más cercano que sea en el tiempo y /o en el espacio , para sus oyentes o lectores no tienen otra existencia mas que , emanada por completo del lenguaje , aquello de un objeto de relato , cuyo estatuto _ realidad o ficción _ de por si depende enteramente del grado de veracidad otorgado a ese relato _ si Ulises dice la verdad , su relato es factual ; si se deja de lado la cortesía , los feacios que lo escuchan no cuentan con medios para zanjar la dila diferencia entre ambas hipótesis .Como es obvio , en la segunda , la diégesis ficcional representada en (por ) ese relato _los viajes imaginarios de un Ulises fabulador _es ontológicamente heterogénea respecto de aquella en que se sitúa el acto de narrar : la corte “real” de Alcínoo .En la primera , evidentemente se borra esa distinción radical entre la realidad y ficción ; pero no el carácter , radicalmente idéntico , de hecho de habla característico de esa diégesis , a la que los oyentes feacios no tienen otra vía de acceso más que su oído . y su confianza más o menos justificada en la veracidad de su huésped .Para ceñirnos a ese criterio sencillo y explicito ,bajo ningún concepto el relato de Ulises introduce , reales o ficticios , personajes como Circe , Polifemo o el desdichado Elpenor , sino tan sólo su mención verbal , que no les concede realidad alguna comparable a la de los oyentes o del Ulises narrador que ellos tienen ante sí y que podrían tocar si tendieran la mano .
Ahora bien, pese a las apariencias, el caso de un relato autobiográfico en primer grado (con narrador)
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“real” y extradiegético )es de la misma índole : los lectores de las confesiones contemporáneos a Rousseau bien podían encontrarse con él , pero no tenían otro acceso a su objeto ( la vida de Jean _Jacques contada por Rousseau ) fuera de ese texto ; verídico o no tenían otro acceso a su objeto ( la vida de Jean _Jacques contada por Rousseau ) fuera del texto , verídico o no . Para nosotros sea diferencia desde luego ya no es tan manifiesta , pues nuestro acceso al autor de las confesiones es tan mediado (libresco) como nuestro acceso a su héroe ; sin embargo , esas dos mediaciones no son la misma índole , ni del mismo grado : desde nuestra perspectiva , la persona de Rousseau autor de las confesiones , es objeto de cierto relato (histórico ) ; de la Jean _Jacques es objeto de otro relato (autobiográfico ) : el de las Confesiones , que de por sí para nosotros se transformó en un objeto histórico Rousseau es un personaje histórico ; Jean _Jacques es el héroe de un relato producido por ese personaje histórico .Por más cercanas que uno acepte concebirlas en la dimensión factual , esta ultima diégesis está incluida en la primera , así como la correspondiente a las aventuras de Ulises está incluida en la del relato entre los feacios . Digámoslo de otro modo : la vida de Rousseau ; autor de las confesiones , fue vivida por Rousseau , la vida de los Jean Jacques , héroe de las Confesiones , fue contada por Rousseau y , con la relación a este relato principal que es para nosotros la Historia en general _ dentro de aquélla , su propio historia _, esa otro relato es inevitable secundario .En consecuencia , para nosotros las confesiones constituyen en buena medida una metadiégesis respecto d la diégesis histórica .Que constituían para Rousseau no nos concierne demasiado .
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Hagamos , de paso , la observación de que , contrariamente al del pronombre de segunda persona , el valor de aquel pronombre no se ve afectado en nada por la diferencia de régimen entre el relato factual y el ficcional : ya sea tu o vous , el destinatario de la alocución factual siempre es definido individual o colectivamente como perteneciente a la realidad : mi interlocutor , mi corresponsal epistolar , mi auditorio empírico , mi público potencial es aquel se reconoce como seriamente apuntado por esa alocución ; sin embargo , el destinatario de Butor o de Calvino embarcado en una diégesis ficcional es meramente en sí un personaje d ficción ; personaje con el que , como vivimos , el narrador real no puede identificarse .Por el contrario , el “yo” de enunciados autobiográficos _ sea real (Rousseau ) , ficcional (Meursault) , semi -ficcional (Giono ) o indeterminado (el Lazarillo ,Mariana Alcofrado , la Suzanne de La Religiosa , por cuanto se ignora o se soslaya su estatuto )_ siempre es identificado , idéntico numéricamente , con el “yo” de su enunciado : la revelación posterior del carácter ficcional de los últimos puede introducir sin inconvenientes una nueva instancia (por parte , autoral ignorada hasta ese momento – por lo demás , la del Lazarillo queda , como muchas otras , en el anonimato _, pero no modifica en aspecto alguno la relación de identidad numérica entre las del yo_ narrador y del yo- narrador ,que en todos los estadios de la cuestión permanecen numéricamente indisociables , a la vez que funcionalmente irreductibles.
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Por otra parte , la más seria de las autobiografías puede explorar , sin un plan fijo , esa agradable ambigüedad ; echemos una mirada en Chateaubriand: “Quienes leen esta parte de mis Memorias no se han dado cuenta de que las interrumpí en dos oportunidades : una , para ofrecer una gran cena al duque de York , hermano del rey de Inglaterra ; otra , para dar una fiesta por el aniversario del regreso a Paris del Rey de Francia , el 8 de julio . Esa fiesta me costó cuarenta mil francos”. Esa parte de las Memorias, que cuenta el lejano exilio londinense de los años 1793_1800, es escrita “por el mismo”Chateaubriand, devenido embajador de Luis XVIII. Entonces, el autor juega allí con esa triple “identidad” del exiliado famélico que memorialista complaciente que se divierte al comparar sus (otros) dos avatares .En efecto, el lector que no estuviera al tanto no tendría ninguna oportunidad de adivinar el carácter de las interrupciones que el segundo “yo” impone al tercero en su evocación del primero ; pero ostensiblemente el autor tiene especial en dárselo a conocer .
La ambigüedad del pronombre je- o del nombre propio en común, si me es licito llamarlo así ,entre
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el narrador y el protagonista de una autobiografía _forma así de modo suficiente mente claro lo que puede designarse un operador de metalepsis . El concepto de Shifter , proveniente de la lingüística , es su equivalencia en el ámbito de la lengua corriente , pues por cierto la diferencia de grado diégeisis que nos ocupa no se específica de la autobiografía , oral o escrita , factual o ficcional : la mínima mención de uno por parte de uno mismo (soi par soi), aunque fuera en presente ,como en el más banal, sea dicho para simplificar cuanto se pueda la situación , el más sincero –“yo siento amor por usted ” , pone en juego esa dualidad de instancias que enmascara, o mejor dicho niega la unidad (pro) nominal :una cosa es amar ; otra distinta decirlo ,incluso sinceramente , por más que el pronombre yo , en ese modo constantivo (o asertivo) tanto como en modo perfermativo (declarativo: “pido la mano de usted”)incita engañosamente a pesar lo contrario .
En ese orden de cosas , uno puede , entonces , considerar metaléptico cualquier enunciado acerca de sí mismo y , luego , cualquier discurso , primario o segundario , real o ficcional , que implique o desarrolle un tipo afín de enunciado. Esa forma de metalepsis es sin duda menos ostensiblemente fantástica que las demás, pero de un modo más socarrón está en el núcleo íntimo de todo cuanto creemos que podemos decir o pensar respecto de nosotros mismos, si es verdad _pues es verdad _que je siempre es también otro.
En cierto sentido, sería más razonable, o bien más modesto, hablar de uno mismo en tercera persona , como Charles de Gaulle o Alain Delon , Cesar en De bello Gallico , o Henry Adams. Acaso podría ser un medio entre otros para evitar hacer estimaciones sin demasiada consideración sobre la base de la identidad que uno tiene como propia.
No estoy demasiado seguro de que pueda atribuir a ese escrúpulo el modo de preceder de Gertrude Stein : bajo el paradójico título (puesto que desde la etapa es irónicamente contradicho por su nombre de autora ) de Autobiografía de Alice Toklas , de una vuelta de tuerca adicional a ese distanciamiento fingiendo que deja contar su (propia )vida por su secretaria _confidente ,respecto de quien ,demasiado ocupada entre gatos ,perros ,cocina, jardín ,manuscritos , y de las “mil preocupaciones de la vida cotidiana”, se considera que cedió la pluma _ sólo la pluma _ a su ilustre amiga , para que transcribiese su testimonio .
Por lo demás ,como dice en Nabokov el narrador , y medio hermano del héroe ,de la verdadera vida de Sebastián Knight , una cosa es ser el secretario de un escritor , otra distinta es escribir su biografía” (se objetará con motivo el caso de Boswel ; pero , según creo , no era exactamente el secretario de Samuel Johnson ).Desde entonces , el género p pseudoautobiografía ológrafa se extendió mucho pero sin ese enroque que lleva el sello de Gertrude Stein : en las Memorias de Adrian se considera que el emperador en persona _y no , por ejemplo , su favorito Antínoo _ es quien cuenta su vida por intermedio de la pluma de Marguerite Yourcenar. En ese caso (quiero decir: en Alice Tklas vía Gertrude Stein), “yo no designa a otro que no sea ese testigo , espectadora complaciente , por obvios motivos , de un escritor que , así , al amparo de otro se vuelve su propio “negro”(ghost writer). Una ojeada sobre el reparto de derechos podría ayudar a desenredar esa autorship embrollada, o de reclamo de maternidad.
Acaso el colmo de esos juegos con la identidad haya que encontrarlo en pálido fuego ,esa novela _ a la que muy accesoriamente se dio la disposición de comentario a un poema _ cuyo héroe se escinde en dos personas :el narrador homodiegético Charles Kinbote , simple profesor testigo de sí mismo y de su colega , vecino y amigo , el poeta John Shade (autor del poema epónimo ), y el rey (destronado y exiliado muy pronto ) de Zembla , Carlos II,cuyo reinado evoca Kinbote junto con amores y huida , evidentemente en tercera persona heterodiética , hasta el momento en que , sin duda , ambas instancias se reúnen y se fusionan para servir de blanco al regicida Gradus , quien _ torpeza o perversión _ sólo alcanzará al inocente poeta .Que el lector de esas líneas , quien …………….131
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